Y tú, ¿cómo te tratas?

 

 Piensa por un momento en cómo tratas a una persona querida que acude a ti con un problema. Desde el tono de voz que utilizas a las palabras que le dices, o los gestos que le dedicas. Seguramente lo primero que harás será ofrecerle calma y después, tal vez, intentes ayudarle a ver qué puede hacer para mejorar su situación, ¿no?.

 

 

Ahora piensa en ti, en una situación en la que te sientes mal por el motivo que sea. ¿Qué es lo primero que surge?, ¿Cómo te comportas contigo?

 

 

Ahora mismo, me veo con la idea de escribir esta nueva entrada en mi blog, y malos pensamientos vienen a visitarme, “¿Quién crees que va a leer esto?”, “¿Qué crees que dirán tus colegas  si leen lo que has escrito?”, “Quizás hayas entendido mal las cosas y estés escribiendo una tontería…”. Estos pensamientos son viejos conocidos que han venido a visitarme antes de empezar algo importante para mí, ya nos conocemos… Pero volviendo al principio, ¿es esta una buena forma de tratarme a mi misma?, ¿Es así como trataría a una persona querida que está sufriendo?

 

Imagina por un instante a una de esas personas que amas con toda el alma, quizás tus hijos, tu pareja o tu mejor amigo. Tómate un instante para recrearte en  su cara, su mirada, y la emoción que esta persona despierta en ti… Jamás le dirías a una de esas personas a quien amas frases como “¿Quién crees que va a leer esto?”, “Vaya tontería estás haciendo”, o “¿Qué crees que pensarán de ti?”. Los mensajes que ofrecerías a esa persona irían cargados de compasión, de amabilidad, de confianza…

 

¿En qué momento decidimos empezar a tratarnos de esta manera?, ¿En qué momento dejamos de tratarnos a nosotros mismos con amabilidad, confianza y compasión?

 

Hace unos años realicé un fantástico e inolvidable Workshop en el que Kelly Wilson, mediante un ejercicio de Mindfulness, me invitó a regresar a aquellos momentos de mi vida en los que había sufrido, hasta llegar a “esa primera vez” en la que había sentido un profundo dolor, en la que me había sentido completamente a solas con mi sufrimiento. Es curioso cómo pude identificar con nitidez esa primera vez con tres o cuatro años en la que me visitaron pensamientos del tipo “no te hacen caso”,…“no te quieren” Hábilmente (y los que habéis sido alumnos de Wilson sabéis a lo que me refiero), y siguiendo con el ejercicio,  la ANA ACTUAL viajaba en el tiempo hasta ese instante y ofrecía con amabilidad, cariño, comprensión aquello que la ANA NIÑA necesitaba en ese momento. Y así fue como experimenté en primera persona, y por primera vez en mi vida, la autocompasión.

 

El sufrimiento es inherente al propio ser humano. Cuando crecemos como personas, cuando asumimos riesgos y avanzamos hacia aquellas cosas que nos importan. sentir dudas e inseguridades, temores, son las dos caras de la misma moneda, que es vivir. Por ello, necesitas tratarte como tratarías a tu mejor amigo (o a tu “yo niño/a), con amabilidad, ofreciéndote apoyo. Puedes ofrecerte amabilidad, comprensión, respeto y consuelo para recuperarte y volver a ponerte de pie Dado que somos la única persona con quien nos relacionamos las 24 horas al día de todos los días de nuestra vida, conviene pensar de qué manera se va a desarrollar esta relación, ya que será el contexto en que vivamos desde los momentos más duros a los más agradables.

 

 

 

 

Escribir comentario

Comentarios: 2
  • #1

    Victoria Gonzalez (viernes, 15 noviembre 2019 20:26)

    Pues es cierto, no nos tratamos tan bien como tratamos a los demás, hay que reflexionar sobre esto.

  • #2

    Pilar Bueno (sábado, 16 noviembre 2019 22:35)

    Gracias Ana,es verdad necesitamos querernos más para lidiar con los problemas y creernoslo.